jueves, 23 de febrero de 2012

CRÍTICA DE:


Hay determinadas películas que se cuelan en la temporada de los Oscar de tapadillo y por ello no reciben la acogida por parte del público que merecieran, pero son en si mismas una excelente rara avis, que no hay que perderse. Shame (vergüenza), encaja a la perfección con esa definición.

Steve McQueen cuenta con el mismo nombre que el actor que deslumbró en la década de los 60 y 70 que un cáncer lo apartó demasiado pronto de las pantallas. El director de Shame ya obtuvo buenas críticas con su anterior trabajo, Hunger, también protagonizada por Michael Fassbender. 

Hay heridas que nos acompañan toda la vida, podemos solaparlas a través de la sociedad, pero nos persiguen allá donde vayamos. Los protagonistas de la película, Brandon (Michael Fassbenderg) y Sissy (Carey Mulligan), son dos hermanos que viven fuera de la realidad social que les rodea. Por un lado Brandon intenta por todo los medios dejar su adicción desenfrenada al sexo, que le va consumiendo a lo largo de todo el metraje, como un virus que penetró hace mucho tiempo en su cuerpo y del que le es imposible desquitarse. Son cicatrices del pasado, como las que pueblan el brazo de Sissy, estigmas que siguen en nosotros y que no se pueden ocultar tras una fachada aparentemente normal.

La recreación de la obsesión hacia el sexo del personaje interpretado por Fassbenderg es tan perturbadora como excepcional, ofreciéndonos escenas que nos martillean una y otra vez, por su contenido explícito y por la carga emocional que destilan. También nos invade la soledad de ambos hermanos, la vergüenza de Brandon y la fragilidad de Sissy. Es una película oscura, pero que también ofrece respiros, con escenas tan hipnóticas y maravillosas como la interpretación de Mulligan del New York, New York de Sinatra, llevando McQueen la cámara de una manera prodigiosa, sacando lo mejor de ambos actores y ya es decir mucho, de dos de los actores más prometedores del momento.

Shame no es para todos los públicos, y no sólo lo digo por su cartel de no recomendada para menores de 18 años. Es una pequeña obra maestra, que se mastica con premura pero que se degusta con sumo cuidado, porque por el camino podemos obviar alguno de los sabores que nos transmite. El poso que deja es como ese vino Pinot Noir que pide Brandon en su cita con su compañera de trabajo, un vino con medio cuerpo que deja un sabor ácido y persistente al paladar, pero que supone una gran elección.

Si tienen tiempo de hacer una parada entre las películas que optan a los Oscar, no lo duden, opten por Shame, les aseguro que no les dejará indiferentes y si saben apreciarla, es muy probable que la disfruten mucho más que las que desfilarán por la alfombra roja del Kodak Theatre de Los Ángeles.

NOTA: 8,5

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