miércoles, 23 de noviembre de 2011

CRÍTICA DE:


Roman Polanski ha llevado a cabo la adaptación de la obra teatral homónima Le dieu du carnage de Yasmina Reza, con la que ha contado para hacer el guión de la película. Una historia en la que el guión y las interpretaciones sobresalen por encima de todo.

Un dios salvaje es una obra puramente teatral, con casi la totalidad del metraje desarrollado en la casa de una de las parejas, adentrándose en la parte más visceral del ser humano. La pelea entre los hijos de dos parejas neoyorquinas desencadena en una confrontación abierta entre los padres de los mismos. Lo que al principio iba a ser una reunión amistosa para limar asperezas, se convierte en un debate encarnizado en el que se pasa por el rodillo la figura del matrimonio, la eterna confrontación entre hombres y mujeres, el mundo laboral absorvente y despiadado y cientos de cosas más que Polanski va desgranando con un guión ágil y portentoso que bien podría haber firmado el mismísimo Woody Allen.

Las interpretaciones son magistrales, todos los integrantes del equipo desarrollan una evolución en sus personajes magnífica, reflejándose no solo a nivel emocional sino también físico. Es impactante la visión en una de las últimas escenas del rostro de Jodie Foster totalmente desencajado. 

Los problemas de la película de Polanski radican en su origen, siempre restamos algo de mérito a una película que es una adptación de otra obra, supongo que muy literal, por el formato de la misma. Aún así los apenas ochenta minutos se pasan en un suspiro, mientras vemos como puede derivar una situación aparentemente controlada en una retahila de acusaciones y reproches que engloban una comedia encubierta en ocasiones teñida de tragicomedia. Un gran ejercicio para la mente es este Carnage.

NOTA: 7

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