Describiendo rápidamente el argumento de lo que más o menos me enteré que Bruno, una persona abocada al fracaso, se despierta una mañana con unos estigmas en sus manos, señal de que está marcado y que pese a sus intentos de redención no encontrará la felicidad. Dicho así la película incluso hasta promete, pues bien, tras siete años más o menos yendo a la Seminci, me encontré con la peor película que he visto hasta la fecha.
El guión es flojo, la historia es insulsa, nada de lo que nos cuenta cobra interés, la película es larga hasta la saciedad ya que pese a que dura unos ciento diez minutos se me hicieron como tres horas. Se salva algunas interpretaciones como la de Manolo Martinez (lanzador de peso), protagonista de la película, que sale airoso de su debút. También cabe destacar algunos planos interesantes como en el que Bruno (M.Martinez) en una ensoñación, ve como de su pecho vuelan un montón de milanos, símbolo de que toda su suerte se ha evaporado de golpe. El mayor defecto de la película supone que el director creo que no sabe muy bien lo que nos quiere contar, comienza con una historia de relativo interés para ahondar en personajes y situaciones que nada tienen de interesante o creíble.
El cine en mi opinión es principalmente la suma de tres cosas: entretenimiento, medio artístico y medio de comunicación, es decir, contar algo que interese. Si alguna falla la película se resiente, pero si fallan las tres la película se convierte en un bodrio. En este caso se puede salvar algo el contenido artístico, aunque a cuenta gotas.
En resumen: les aconsejo que se alejen de Estigmas y si deciden verla, tengan preparado unas buenas cuchillas afiladas porque querrán estigmatizarse a si mismos para acabar con ese sufrimiento.
NOTA: 2
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