Los atentados terroristas de 2003 en Casablanca sirve como trama principal para que Nabil Ayouch cuente la historia de una serie de chicos que desde el barrio chavolista de Sidi Moumen a las afueras de Casablanca, se conviertan en mártires de la Yihad.
La película cuenta con gran destreza la historia de esta serie de chavales desde su infancia hasta su madurez, ese camino iniciático que les llevará a convertirse en mártires, un camino que les cambiará por completo la forma de ser y pensar hasta explotar todo lo que fueron. Todo ese cambio está ejecutado con gran veracidad, creyéndonos en todo momento como unos chavales pobres y sin cultura de un poblado a las afueras de Casablanca pueden llegar a caer en las redes de fánaticos terroristas que nunca llevan el chaleco a cuestas, dejándoselo a los más pobres.
Ayouch escribe y dirige este filme, destapándose como un director prometedor, llevándonos las calles de las barriadas con un realismo notable y poniendo la cámara allí donde hace falta. Sin embargo creo que a Ayouch todavía le falta otorgar a sus películas de algo más de alma, el espectador no se encuentra del todo partícipe con la historia, alejándose del joven Yachine y compañía, pese a que las interpretaciones son excelentes. Falta algo de componente empático en esta historia marroquí, que acabó de forma fatídica hace ya más de ocho años.
Estaré atento al siguiente trabajo de este director marroquí, esperando que en su siguiente filme lime los pequeños defectos con que cuenta Los caballos de Dios.
NOTA: 6,5
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