sábado, 5 de febrero de 2011

CRÍTICA DE:


Año 1937, Madrid, plena guerra civil: soldados del bando republicano se refugian en un circo escapando del bando nacional, allí se atrincheran y piden a los artistas que luchen por su causa, ataviados con sus ropas de trabajo además de unos cuantos fusiles y machetes. El arranque de Balada triste de trompeta no puede ser más significativo de lo que tenemos ante nuestros ojos, una obra surrealista que bien podría haber filmado el mismísimo Buñuel, con escenas que son cuadros, con frases que son metáforas, con una cronología que no existe, con las dos Españas, a veces madre pero siempre madrastra. 

Estamos ante una película de Alex de la Iglesia (El día de la bestia o La comunidad) siendo esto ya sinónimo de la mayoría de las cualidades citadas anteriormente, especialmente la vertiente surrealista, sin embargo, en esta última creación se reflejan todas ellas con mayor fuerza y originalidad, dando al conjunto una obra sumamente personal y de una calidad excepcional. 

Balada triste de trompeta hay que saborearla, no es fácil, en algunas ocasiones su arriesgada apuesta naufraga, aunque esto es solo en contadas ocasiones. El mérito de esta afirmación es increíble ya que jugar tanto con el absurdo para plasmarnos una ídea, muchas veces deriva en el mismo absurdo, teniendo una película demasiado difuminada, sin embargo, en la mayoría del metraje la película sale airosa, viendo una globalidad. Aún así en muchas ocasiones hay que olvidarse del potente mensaje para deleitarnos con cuadros puramente surrealistas. Sin una cronología definida, vamos viendo desfilar payasos, muertes, sangre, sexo, retorciéndose en la misma miseria como lo hacían las pinturas negras de Goya, y ese carácter se ve en todo el filme.

Las interpretaciones cuentan con un mérito excepcional por lo citado anteriormente, una interpretación que se basa en el absurdo es muy fácil que sea en si misma absurda, pero los actores consiguen  en la mayoría de las casos alejarse de esta premisa y salir triunfantes de sus envites. Antonio de la Torre se sale, con su papel de maltratador desquiciado con tendencias psicópatas nos muestra la cara más amarga de la película. Carlos Areces por su parte realiza un papel aún más complicado que el de Antonio y acaba con nota uno de los protagonistas de La hora chanante, de la que últimamente estamos viendo verdaderas puestas de futuro. Todo ello sin olvidarnos de la chica de la película (Carolina Bang) con un papel más abstracto pero muy necesario ,un descubrimiento. Para concluir con este apartado, genial Santiago Segura en lo poco que participa.  

La escena final de la película es puramente De la Iglesia, embarcando a sus protagonistas en una escalada que casi toca el cielo (o el infierno según se mire) como ya lo hizo en El día de la bestia o en La comunidad. Todo lo que destila la película nos da la ídea que nada está puesto al azar, que todos los personajes tienen un por qué, que el pincel fluye allá por los recobecos más reconditos y la música de Rafael se torna casí apocalíptica en un país que ha dejado de ser un país para ser un puro circo.

NOTA: 7,2

1 comentario:

  1. Pienso sinceramente hermano, que te quedas muy corto en halagos a "Balada triste" y también en la nota. Para mí es una de las mejores películas españolas que se han hecho en los últimos años. Es una película que habría que ponérsela (y explicársela) a todos y cada uno de los españoles, empezando por los sinvergüenzas de nuestros políticos, para que nos diéramos cuenta del país que somos, de todas las mierdas internas que llevamos dentro como un cáncer que nos corroe y que no logramos extirpar, por lo que acabamos matando siempre a España, esa "madre y madrastra" (gran inciso) tan contradictoria, a la tanto queremos y odiamos a veces. Pero bueno, comprendo que lo que haces es únicamente una crítica desde el punto de vista artístico y cinematográfico, y no das tanta importancia quizá al aspecto social de la película, de ahí tu, para mí, injusto 7,3... Aún así, gran crítica, como casi siempre

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